Economía
La gran falacia del pequeño Ecuador
«Falacia» es una palabra que se lee y se escucha a menudo en el comentario de la política ecuatoriana. La mayoría de comunicadores la utilizan como sinónimo de «mentira», pero la falacia es más que una mentira. En el ámbito de la lógica matemática, es un argumento que parece estar bien construido, pero que en realidad se contradice con las leyes de la lógica. Y transferida al ámbito de la retórica, la falacia se convierte en algo pernicioso. La falacia es el argumento mentiroso que el orador utiliza intencionalmente para engañar a su audiencia.
Una falacia que he escuchado varias veces a lo largo del 2022 es la del pequeño Ecuador. En el contexto de la consulta popular que se realizará en febrero del 2023, el gobierno de Guillermo Lasso propone reducir el tamaño de la Asamblea Nacional. De por sí, el argumento de Lasso y sus cachiporreros, según el cual un número menor de asambleístas automáticamente conlleva a una aumentada calidad de los mismos, ya es una falta de respeto al electorado. Se necesita despreciar su inteligencia para pensar que el pueblo no se da cuenta de que no existe ninguna causalidad entre cantidad y calidad.
Pero el uso de la falacia que da el título a este artículo es verdaderamente exasperante. Hace pocos días decía una joven mujer, que está impulsando en redes sociales el SÍ en la consulta, que «el Ecuador es un país pequeño con pocas provincias, por lo que tener un parlamento tan grande no era ni eficiente ni coherente» [1].
En realidad, el Ecuador no es un país pequeño. Es verdad que podría parecerlo porque está rodeado de gigantes como los EE.UU., México o Brasil, que son países con extensiones vastísimas de territorio y poblaciones en el orden de los cientos de millones de personas.
Empecemos por ahí. A lo mejor uno de los errores centrales del Ecuador es tener la mirada demasiado enfocada solo en el norte. Son demasiadas las voces que quieren orientarse en el ejemplo de los EE.UU., pero hay mejores ejemplos a seguir. Los EE.UU. son un país de contrastes macabros, con ciudades como Nueva York, Los Ángeles o Washington D.C., repletas de riqueza, y donde sin embargo colonias de indigentes viven en tiendas de campaña bajo puentes. Es un país con famosas clínicas privadas en las que los ricos y famosos del mundo se hacen atender, y donde sin embargo demasiada gente de clase media no se hace tratar problemas perfectamente curables, porque una atención médica de calidad está fuera del alcance de su bolsillo, o porque el pésimo estándar de derechos laborales no les garantiza el derecho de enfermarse de vez en cuando. Es un país que pretende ser el ejemplo de justicia y democracia a nivel mundial, pero en donde las cárceles se han convertido en negocios privados para los que es más lucrativo inventarse razones para seguir alargando indefinidamente las condenas de los presos que invertir en su rehabilitación.
Hay mejores ejemplos por emular, y me refiero específicamente a varios países de Europa que son más pequeños y menos populosos que el Ecuador, pero cuyos políticos jamás usan el tamaño de su país como excusa. En este artículo me quiero enfocar en Suiza, un país que debe su inmensa riqueza no solo a su famoso sector bancario. En realidad, un día fue uno de los países más pobres de Europa. Por algo la Guardia Papal está compuesta por soldados suizos. En la antigüedad, el único producto de exportación de Suiza eran los mercenarios [2]. Pero una cantidad de acertadas políticas públicas implementadas desde la fundación de la «Suiza moderna» en 1848 han convertido al pequeño país agrario del Siglo XIX en una potencia industrial y tecnológica.
Suiza tiene una extensión de solo 41.285km², siete veces menos que el Ecuador, y una población de solo ocho millones. La comparación con Suiza es interesante porque, al igual que el Ecuador, Suiza está atravesada de punta a punta por una majestuosa cadena de montañas que divide al país en varias regiones geográficas, y estas regiones se diferencian no solo por su clima, sino por lo diversas que son las realidades de los habitantes de las diferentes regiones. No todas las regiones suizas pueden tener en su territorio ciudades como Zurich o Ginebra, que «atraen la inversión» muy fácilmente, y sin embargo, Suiza se destaca por ofrecer una calidad de vida igualmente alta en las ciudades y en las zonas rurales.
Y Suiza tiene muchas regiones rurales. Los Alpes cubren el 58% del territorio y son mucho más irregulares que los Andes. Una gran cantidad de ciudadanos viven en valles «perdidos» que históricamente han sido geográficamente difíciles de acceder. Es una vida tan diferente a la de las grandes ciudades que se conservan en estos valles dialectos del alemán y del romanche que han permanecido iguales desde hace varios siglos.
Es muy parecido a lo que ocurre con algunos pueblos de la Amazonía ecuatoriana, con la diferencia de que estos viven prácticamente olvidados por el gobierno central ecuatoriano. La Troncal Amazónica, obra fundamental para impulsar el flujo de comercio en las ciudades del Oriente ecuatoriano, existe desde hace solo una década, y el gobierno actual está haciendo muy poco para seguir integrando estas provincias. Es más, de ganar el SÍ en la consulta popular que se avecina, estas provincias perderán prácticamente toda representación en la Asamblea Nacional.
En cambio, la constitución suiza garantiza a todos sus ciudadanos el acceso a los servicios más básicos, sean ellos de una ciudad cosmopolita o de un valle perdido. Ningún ciudadano puede ser desventajado por el hecho de haber nacido en un área rural. Un ejemplo es el transporte público, que sirve 365 días al año hasta el pueblo más alejado de cada montaña, aunque en cada viaje vayan solo tres pasajeros. Si no se encuentra una empresa privada dispuesta a prestar ese servicio por tratarse de una ruta no rentable, es el municipio local quien, por ley, debe prestar ese servicio, no con fines de lucro, sino para garantizar a los ciudadanos la oportunidad de viajar a la ciudad para estudiar, trabajar y acceder a servicios de salud.
La excusa que se viene como respuesta a esto es que el Ecuador es un país «pequeño y pobre» que no se puede permitir esos «lujos». Pero de eso se trata este artículo: de ver cómo otros países pequeños ofrecen buenos ejemplos a seguir. Ejemplos que el Ecuador podría implementar si no fuera porque cada gobierno parece estar más empeñado en evitar el regreso al poder de su contrincante político que en construir un país.
El sistema político de Suiza
Los principios fundamentales que rigen la forma de gobierno en Suiza son la subsidiariedad y responsabilidad civil a todos los niveles. Los suizos dicen abiertamente que «el pueblo es el soberano, la máxima autoridad política», y que los gobernantes son solo empleados del pueblo, no líderes. Y como soberanos, los ciudadanos participan de la administración pública, siempre bajo la idea de fomentar una mejor representación de todos los estamentos de la sociedad.
Además, Suiza es reconocida por su sistema de «democracia directa» [3], que le permite a cualquier ciudadano plantear un referéndum sobre cualquier tema, siempre y cuando la propuesta no sea anticonstitucional. A diferencia del Ecuador, cada referéndum trata una sola pregunta, por lo que no hay la posibilidad de crear consultas populares mañosas en las que se promociona la votación por «todo SÍ» y se incluyen preguntas que, a simple vista, solo son anzuelos para influenciar la votación.
Suiza se divide en 26 cantones. Que no se confunda con el concepto de cantón en el Ecuador! El cantón suizo es equivalente a la provincia ecuatoriana y puede ser muy grande, como el Cantón Zurich, que abarca 162 municipios1. Cada cantón es una entidad autónoma con su propia constitución y un gobierno cantonal con muchísimas competencias [4], mientras la competencia central del gobierno federal es la representación de los intereses del país ante el resto del mundo.
El siguiente diagrama ilustra en forma simplificada el sistema político de Suiza:
La primera diferencia grande con el Ecuador es que Suiza no tiene un presidente o primer ministro. En lugar de ello, tiene un consejo de gobierno compuesto por siete miembros. La P que se ve en el diagrama representa al presidente del consejo. Esta persona formalmente se llama «presidente federal» y representa a Suiza internacionalmente como jefe de estado, pero no tiene más poderes que los otros seis consejeros. Solo el consejo completo puede ser considerado el jefe de estado. El consejo se elige cada cuatro años, y siempre se intenta a conciencia que los siete miembros elegidos provengan de las diferentes regiones para que ninguna región se quede sin representación en el Ejecutivo. El presidente del consejo se elige de entre los siete consejeros una vez al año.
En el diagrama se ve como ejemplo la estructura del gobierno cantonal de Zurich, que está compuesto de un consejo de gobierno de siete miembros (al igual que el gobierno federal) y un parlamento cantonal de 180 diputados2. 180 diputados para legislar un cantón de 1,5 millones de habitantes puede parecer excesivo a quienes en este momento están abogando por la reducción del tamaño de la Asamblea Nacional ecuatoriana, pero en un cantón con 162 municipios, 162 es el número mínimo de diputados necesarios para que cada municipio tenga una representación mínima en el parlamento. Si todos los municipios aportan a la economía del cantón y cumplen con sus leyes y obligaciones, es claro que también se merecen el derecho a representación en el parlamento.
La autonomía de los cantones es especialmente importante porque Suiza es un país heterogéneo donde cada cantón afronta desafíos muy diferentes. Veamos, por ejemplo, qué pasa con los cantones que colindan con otros países. Las fronteras con los países vecinos están permanentemente abiertas y las regiones fronterizas están tan bien integradas que con un billete común de tranvía uno puede adentrarse bastante en el país vecino sin necesidad de controles fronterizos o trasbordos. Actualmente, 75.000 ciudadanos italianos (con residencia en Italia) cruzan a diario la frontera para trabajar en el Cantón Tesino en Suiza [5]. Italia tiene sueldos y precios significativamente más bajos que Suiza, lo que significa que la presencia de tantos trabajadores italianos hace que los sueldos en Tesino sean bastante menores que el promedio suizo. Al mismo tiempo, los ciudadanos tesineses pueden abastecerse de alimentos económicos en Italia con la misma facilidad con la que un guayaquileño viaja a Durán, lo que lógicamente representa un desafío muy grande para los comercios tesineses. Este ejemplo evidencia que el Cantón Tesino enfrenta una realidad muy diferente a la de los cantones del interior del país, y solo en un parlamento tesinés es posible atender las necesidades especiales de este cantón de una manera que no es posible en el parlamento nacional, donde actualmente solo 8 de los 200 diputados son tesineses.
La pregunta que se harán los ecuatorianos será cómo podría copiar el Ecuador un sistema con un número tan grande de parlamentarios. Suiza tiene un total de 2.594 diputados cantonales y 246 federales, mas solo 8 millones de habitantes. Cómo financiar semejante «aparato burocrático»? Bien, mientras los diputados federales tienen sueldos altos en comparación con el sueldo promedio de los trabajadores suizos [6] (al igual que los asambleístas ecuatorianos), los parlamentos cantonales se adhieren a lo que en Suiza se conoce como «principio de milicia» [7], un término introducido en la Constitución de 1798, que disponía que el país no mantuviera fuerzas armadas «profesionales» permanentes. En lugar de ello se llamaba a toda la ciudadanía a defender al país en caso de necesidad, y era el deber del estado armar y preparar a todos los ciudadanos para ello. Este modelo de la más alta participación ciudadana se transfirió a partir de 1830 a la administración pública cantonal y se ha mantenido hasta ahora. Los parlamentarios suizos reciben solo un sueldo simbólico y continúan ejerciendo sus oficios normales al mismo tiempo que cumplen con su cargo público. Es un sistema de verdadero servicio público que permite que los parlamentos estén llenos de «gente del común». En los parlamentos suizos hay no solamente abogados y economistas, sino también médicos, periodistas, artesanos, agricultores e incluso estudiantes universitarios. Después de todo, el mejor parlamento es aquel en el que están presentes todos los estratos de la sociedad.
Qué gran diferencia con los sueños de Fernando Villavicencio de una Asamblea Nacional elitista completamente desconectada de la realidad del ciudadano común! En 2022, Villavicencio ha dicho que, a la par de reducir el número de asambleístas, era necesario introducir filtros para tener solo «asambleístas de calidad». Escalofría imaginarse en qué tipo de filtros estaría pensando Villavicencio. En el actual clima político del Ecuador, donde la palabra de un embajador extranjero es tomada más seriamente que la de los ministros ecuatorianos, y donde los medios de comunicación hablan de la tenencia de una visa de los EE.UU. como si se tratara de un certificado de honorabilidad, falta poco para que algún deschavetado proponga introducir el requisito de una tal visa para ejercer cargos públicos.
Estrategias para fomentar la industria con alto valor agregado
La industria con alto valor agregado es el punto más importante porque el Ecuador es un país que exporta solo materias primas, lo que enriquece solo a un número muy reducido de personas. Dispositivos médicos y tecnológicos que se venden a precios cientos de veces más altos que su costo de producción generan infinitamente más riqueza que la exportación de banano o camarón.
Una forma de atraer a este tipo de empresas es una taza baja de impuestos para las empresas. Esto es algo que se practica no solo en Suiza, sino en varias naciones europeas, como los Países Bajos o Irlanda, donde por esta razón se encuentran las sedes europeas de gigantes tecnológicos como Microsoft, Google o Netflix.
Sin embargo, los impuestos bajos no son suficientes. Dos aspectos fundamentales sin los que un país no puede atraer este tipo de empresas son: una excelente educación pública que garantice disponibilidad de mano de obra calificada; y una fuerte infraestructura que garantice condiciones óptimas de producción. Se necesitan telecomunicaciones fiables y densas redes de mobilidad que permitan el transporte cómodo y barato de altos volúmenes de mercancías.
Lo último es prácticamente imposible sin una excelente red ferroviaria. A pesar de ser un país de tan poca extensión, la red ferroviaria y de transporte urbano en Suiza es una de las más impresionantes del mundo. Una sociedad verdaderamente rica no es una en la que todos tienen un automóvil, sino una en la que los ricos prefieren utilizar el transporte público a pesar de poder comprarse todos los automóviles que quisieran.
Fundamental para llegar a construir una red de ferrovías como la de Suiza es reconocer que grandes proyectos de infraestructura, como el túnel ferroviario más largo del mundo, que consta de un total de 151km de túneles perforados en la durísima roca del Macizo de San Gotardo [8], necesitan décadas de planificación y ejecución. Hablamos de períodos de tiempo mucho más largos que la duración de un gobierno, por lo que estos proyectos solo pueden ser llevados a cabo si son entendidos como proyectos de importancia nacional y no como proyectos políticos que dejan de impulsarse si los comenzó el gobierno del partido político rival. Para triste muestra, la Refinería del Pacífico.
Pero volvamos al tema original. Suiza ha ido más allá de «atraer inversión extranjera»3. El sistema federal suizo da a cada cantón, y estos incluso a cada municipio, la potestad de fijar sus propias tazas de impuestos. Así, municipios rurales tienen la oportunidad de competir con otros por atraer a la industria; pero, a la vez, los municipios tienen la obligación de reinvertir los impuestos recaudados en la construcción de infraestructura que incremente aún más el atractivo del lugar, así como de aplicar todo tipo de estrategias que fomenten la economía local.
Un ejemplo de lo primero es Sachseln [9], un pequeño municipio de solo 5.000 habitantes en Suiza central. A pesar de su reducido tamaño, se asienta en él la empresa Maxon [10], que produce motores eléctricos utilizados en la industria aeronáutica, la automación industrial, y aparatos médicos como tomógrafos y respiradores. Maxon vende cada año productos por más de 600 millones de dólares, y emplea en Sachseln a 1.300 personas del cantón y de cantones vecinos. Dado el volumen de ganancias de Maxon, los impuestos pagados por esta empresa ya proveen al pequeño municipio con suficientes fondos para financiar las necesidades más básicas de su comunidad. A cambio, Sachseln invierte en obras que afianzan su atractivo como lugar de producción. Por ejemplo, Sachseln puso una parada de tren directamente frente a la puerta de Maxon, lo que aumenta el atractivo de la empresa como proveedora de empleos a nivel regional.
Un ejemplo de estrategias que fomentan la economía local es el siguiente: el municipio de Unterägeri [11] en el Cantón Zug acaba de construir instalaciones nuevas para la primaria de la escuela pública. La construcción de la obra se adjudicó a una constructora asentada en la misma ciudad, y además se firmó el contrato bajo la condición de que todas las empresas implicadas en el proyecto debían ser locales. Las ventanas, los muebles, la instalación eléctrica, la instalación de tuberías y calefacción, etc., fueron encargados a más de veinte talleres (ventaneros, carpinteros, electricistas, plomeros, etc.) especializados en estas cosas y estrictamente locales. Eso quiere decir que todo el dinero que se gastó en esta obra se quedó dentro de la ciudad y financió el trabajo de cientos de ciudadanos locales. Ese dinero fue una verdadera inversión, y es evidente que eso es más beneficioso para la ciudad que encargar la construcción a una constructora de otro cantón, que a lo mejor ejecuta la obra por menos dinero, pero que se lo lleva fuera de la región, con lo que el costo de la obra deja de ser una inversión y se convierte en un mero gasto.
Para concluir este tema, cabe notar que los turbocapitalistas, los que nos quieren convencer de que el pobre es pobre porque no se esfuerza lo suficiente, seguramente celebrarán la idea suiza de que los municipios y cantones compitan entre sí por atraer a la industria. Sin embargo, Suiza complementa el principio de competencia con el de la solidaridad. Así es como se practica un sistema distributivo en el que los cantones más ricos transfieren recursos a los más pobres para así asegurar que todos los cantones puedan ofrecer una mínima calidad de vida a sus ciudadanos [12].
Conclusión
Durante dos siglos, el Ecuador ha sido gobernado por élites desconectadas de la realidad del ciudadano común, y lo que es peor, por élites poco patriotas que invierten su riqueza personal en paraísos fiscales. Al mismo tiempo, están siempre hablando vagamente de «inversión extranjera» y queriendo firmar tratados de libre comercio de dudoso beneficio para el Ecuador, en lugar de fomentar la industria nacional.
El Ecuador fue un país dividido desde el comienzo, y en principio, poco ha cambiado. Quien nace en la provincia equivocada, estadísticamente tendrá mucho menos probabilidad de acumular riqueza, por muy duro que trabaje y por mucho que se esfuerce. Es un país muy heterogéneo donde la calidad de vida varía muchísimo entre las diferentes regiones, y el sistema de gobierno es altamente centralizado. Las provincias y municipios tienen pocas posibilidades de autofomentarse. Sus presupuestos son asignados por el gobierno central, y es poco lo que los gobiernos seccionales pueden hacer para defenderse si el gobierno central no entrega esos dineros.
Nada ilustra mejor lo mal que se redistribuye la riqueza en Ecuador que el hecho de que los ingresos del negocio del petróleo no se queden al 100% en las provincias del Oriente. Estas provincias tienen pocas fuentes de ingreso en comparación con Quito o Guayaquil, que se benefician mucho más del comercio internacional, y sin una oferta de educación parecida a la de las grandes ciudades, el Oriente nunca va a estar en capacidad de impulsar la industria local más allá de la explotación del suelo y del turismo: cero valor agregado.
El federalismo y las ideas de participación ciudadana que implementa Suiza podrían ser muy beneficiosos para el Ecuador, pero solo si se implementan con la prioridad de permitir que las provincias pequeñas salgan de la sombra. El patriarca guayaquileño Jaime Nebot quiso impulsar la discusión sobre el federalismo en 2022, pero lo hizo movido por el egoísmo. Básicamente, lo que quería es que el gobierno central le entregara al Guayas «sus dineros» (incluyendo «la parte que le correspondía» del negocio del petróleo), y que se desentendiera para que los guayasenses pudieran «hacer con su plata lo que les viniera en gana». Estoy dispuesto a apostar que a Nebot ni se le cruzó por la mente un sistema solidario en el que las provincias ricas del Ecuador subvencionaran a las provincias menos afortunadas, como ocurre en Suiza y Alemania.
Qué diferente sería el Ecuador si se copiara un poco del modelo exitoso de Suiza o de otros países europeos! No sería fácil. Aunque se hiciera una asamblea constituyente mañana y se implementaran todos los cambios pasado mañana, Ecuador no se convertirá en Suiza por acto de magia. Las estrategias implementadas en Suiza necesitaron al menos 100 años para brindar resultados visibles. Pero tampoco se puede lograr un cambio si no se comienza a implementar algo. Recetas que funcionan existen. Solo hay que intentar seguirlas. Personalmente, pienso que el ingrediente más importante de la receta suiza es la fórmula multi-federalista, para no permitir que un grupo muy reducido de personas acumulen tanto poder que puedan desbaratar la institucionalidad de un país entero y secuestrarlo sin ninguna oposición real, como viene pasando en el Ecuador desde los tristes días del Trujillato.
El deporte más practicado por las masas en Suiza es probablemente el senderismo. Cuando llega el fin de semana, se llenan los trenes y los buses de familias con mochilas de montaña y bastones de caminata. Descansando una vez en lo alto del Rigi, conversaba yo una vez con una joven pareja suiza y su niño de unos diez años. Les pregunté si alguna vez habían practicado senderismo en Tirol, una bellísima región austríaca que me encanta, y me respondieron sin titubeos: «Ya tendremos oportunidad de ver Austria en la siguiente vida! Primero queremos conocer nuestro propio país.» A lo que el niño añadió: «Es que Suiza es tan grande y tan variada! Todavía nos falta mucho por descubrir.»
Ese es el tipo de pensamiento que necesita el Ecuador, que dicho sea de paso, es mil veces más variado y diverso que Suiza! Qué diferente sería el Ecuador si, en lugar de salir siempre con la excusa de que es un país pequeño, cada ciudadano se hiciera cargo de la grandeza de su parroquia, de su cantón, de su provincia!
Referencias
- https://www.youtube.com/watch?v=905ts3ECffc
- https://es.wikipedia.org/wiki/Mercenarios_suizos
- https://www.eda.admin.ch/aboutswitzerland/es/home/politik-geschichte/politisches-system/direkte-demokratie.html
- https://www.swissinfo.ch/spa/cantones–pequeños–pero-independientes/815896
- https://www.cdt.ch/news/ticino/superati-i-75-mila-frontalieri-in-ticino-290023
- https://www.srf.ch/news/schweiz/so-viel-kosten-unsere-parlamentarier
- https://www.swiss-spectator.ch/the-swiss-milizsystem
- http://alptransit.ch
- https://www.sachseln.ch
- https://www.maxongroup.ch/maxon/view/content/profile
- https://www.unteraegeri.ch
- https://www.swissinfo.ch/spa/politica/federalismo_en-suiza-las-regiones-ricas-subvencionan-a-las-más-pobres/4520005